Reconceptualising Loneliness in London (Inglés)

En la actualidad, 700.000 londinenses se sienten en situación de soledad severa: es decir, uno de cada doce. Esta angustia generalizada debería ser un llamamiento a la sociedad, porque desde un punto de vista evolutivo, éste es el efecto que surte la soledad en las personas. Al igual que la sed o el hambre, es un dolor que nos indica que debemos modificar nuestro comportamiento o cambiar nuestro entorno si queremos sobrevivir como especie. El Dr. John Cacioppo, eminente psicólogo, escribió: "La soledad no es una patología. Es sólo una señal externa de nuestro cuerpo de que algo va mal en nuestro entorno". Bajo esta premisa se desarrolla el estudio Reconceptualising Loneliness in London (Reconceptualización de la soledad no deseada en Londres)Este enlace abre en ventana nueva.

El hallazgo clave de este informe es que la soledad severa está distribuida de forma desigual: cae desproporcionadamente entre las personas que ya viven en una situación de desventaja, o para las que tienen mayores dificultades en el desarrollo de su día a día.

Esta conclusión no debería sorprender. La soledad severa es el sentimiento que se produce cuando uno se enfrenta a situaciones difíciles sin poder contar con una red de apoyo que ofrezca su ayuda. Cuanto más probable sea que uno se enfrente a dificultades o que no cuente con esta red de apoyo, más probable será que experimente una soledad severa.

Algunos ejemplos de situaciones frecuentes en las que se da esta conjetura pueden ser:

• La llegada a un nuevo país o una nueva ciudad
• Las dificultades económicas que compliquen llegar a fin de mes
• Una persona con discapacidad que vea sus oportunidades de sociabilización mermadas por un nivel bajo de accesibilidad en la ciudad en la que vive
• La desaparición de la convivencia cuando una persona se independiza sola
• La sensación de desconexión/extrañamiento con la comunidad en la que vives

Los datos que sirven de base a este informe se recogieron antes de la pandemia de COVID-19. Resulta evidente que la enfermedad y las medidas consiguientes, sumadas al nuevo miedo al contacto con otras personas, han aumentado la incidencia de la soledad severa y han exacerbado aún más las desigualdades existentes. Las restricciones universales al contacto social han servido para poner de manifiesto las relaciones significativas que todos necesitamos con las personas y el lugar para prosperar.

Ver la distribución desigual de la aparición el sentimiento de soledad severa, y lo dolorosa que es para las personas que ya enfrentan otras dificultades, es una señal urgente de que nuestro modelo de convivencia no es suficientemente satisfactoria para el conjunto de la población. Esto requiere una solución. Hay muchas formas prácticas de estrechar nuestros vínculos comunitarios. Las autoridades locales de Londres y las organizaciones de voluntariado y comunitarias ya están realizando un excelente trabajo para abordar la soledad no deseada.
Este informe aporta una nueva mirada a los datos para orientar a los responsables políticos a fin de dirigir mejor su respuesta a las personas que corren mayor riesgo.