Loneliness and Social Connectedness: una radiografía europea de la soledad

El informe “Loneliness and social connectedness: insights from a new EU-wide survey”, elaborado por Francesco Berlingieri, Marco Colagrossi y Caterina Mauri, fue publicado en junio de 2023 por el Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea impulsó una encuesta paneuropea específicamente centrada en la soledad y la conexión social.
La iniciativa partió del Parlamento Europeo y contó con la colaboración de la Dirección General de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión (DG EMPL). El sondeo se realizó a finales de 2022 a través de un panel en línea, con más de 20 000 respuestas en todos los Estados miembros. Los resultados permiten contar con una base de datos homogénea para comparar experiencias de soledad y niveles de conexión social en la ciudadanía europea.
Qué entendemos por soledad
Uno de los aportes más importantes del informe es la claridad conceptual. La soledad no se define simplemente como “estar solo”, sino como un sentimiento negativo vinculado a la discrepancia entre las relaciones sociales que una persona desea tener y las que efectivamente tiene. Se trata, por tanto, de una experiencia subjetiva, que puede aparecer incluso en personas rodeadas de otros, si las relaciones no cumplen con la calidad o cercanía esperada.
El estudio también distingue entre soledad objetiva (pocas interacciones, escasas redes de apoyo) y soledad percibida, que tiene un impacto más profundo en la salud física y mental. Para medirla, la encuesta utilizó tanto preguntas directas como escalas compuestas que indagan en varios aspectos de la vida social y emocional de los encuestados.
Principales hallazgos
Los datos revelan que la soledad es un fenómeno con una presencia significativa en Europa: más de un tercio de la población afirma sentirse sola al menos de vez en cuando, y un 13% reconoce sentirse solo con frecuencia o casi siempre. Esta prevalencia sitúa la soledad como un reto social y de salud pública de primer orden.
El análisis muestra además que:
- Edad y ciclo vital: la soledad es más frecuente entre jóvenes adultos y va disminuyendo a medida que aumenta la edad. La transición entre etapas (fin de estudios, entrada en el mercado laboral, rupturas sentimentales) aparece como un momento de especial vulnerabilidad.
- Condición socioeconómica: las personas con menores ingresos o menor nivel educativo reportan más niveles de soledad. En contraste, la estabilidad laboral y económica actúa como factor protector.
- Calidad de las relaciones: no solo importa la cantidad de contactos sociales, sino también su calidad. Mantener relaciones significativas y frecuentes se asocia con menores niveles de soledad.
- Eventos vitales críticos: el desempleo, la pérdida de una pareja o falta de participación comunitaria aumentan significativamente el riesgo de sentirse solo.
Una mirada comparada entre países
Aunque los datos son globales, el informe también permite observar diferencias relevantes entre países de la Unión Europea. En algunos Estados miembros, los niveles de soledad declarada son más elevados, mientras que, en otros, las redes familiares o comunitarias parecen mitigar su impacto. Estas diferencias abren la puerta a explorar cómo influyen los contextos culturales, las políticas sociales y la organización de la vida comunitaria en la experiencia de soledad.
Soledad y políticas públicas
El valor del informe no radica únicamente en la fotografía estadística que ofrece, sino en sus implicaciones para el diseño de políticas públicas. La soledad, tal como se describe en este estudio, tiene consecuencias directas en la salud mental, en la cohesión social y en la calidad de vida de la ciudadanía.
Para ello, los resultados refuerzan la necesidad de:
- Diseñar intervenciones específicas para grupos de riesgo, como los jóvenes, las personas en situación de desempleo o quienes atraviesan cambios vitales significativos.
- Promover la participación comunitaria y la cohesión social, fomentando espacios de encuentro y actividades intergeneracionales.
- Integrar la lucha contra la soledad en las agendas de salud pública y bienestar social, al mismo nivel que otros fatores de riesgo.
- Mejorar la medición y el seguimiento del fenómeno, ampliando la encuesta piloto a instrumentos regulares y comparables en toda la Unión Europea.
Impacto y futuro del estudio
Este informe es un punto de partida crucial. Proporciona datos sólidos para visibilizar la soledad como un desafío compartido en Europa y para sensibilizar a responsables políticos, instituciones y ciudadanía sobre la magnitud del problema. Además, representa un primer paso hacia la consolidación de indicadores europeos de soledad y conexión social, que permitan evaluar con mayor precisión la eficacia de futuras políticas.
Su publicación también marca una tendencia: entender la soledad no solo como una experiencia individual, sino como un fenómeno social que merece atención al mismo nivel que otros problemas de salud pública, como la obesidad, el tabaquismo o la depresión.
El estudio “Loneliness and social connectedness” ofrece una radiografía inédita de la soledad en la Unión Europea. Sus hallazgos confirman que, millones de europeos viven esta experiencia de manera recurrente, y que los factores sociales, económicos y vitales influyen de forma decisiva. EL informe plantea una invitación clara: escuchar estos datos, reconocer la soledad como un reto colectivo y construir respuestas políticas y comunitarias que refuercen los vínculos sociales, fomenten la inclusión y garanticen que nadie se sienta solo en Europa.