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Modificado: 18 Mayo de 2023

¿Cómo deben ser las prácticas comunitarias frente a la soledad no deseada?

Soledad, comunidad y personas mayores

La soledad no deseada es una afección que no discrimina y puede llegarnos a cualquiera en cualquier momento de nuestras vidas. Sin embargo, existen factores de riesgo que hacen que algunos grupos sociales y etarios sean más vulnerables al sentimiento de soledad.

Por ejemplo, las personas mayores de 55 años son uno de los colectivos con mayor riesgo de desarrollar el sentimiento de soledad. Un riesgo que se intensifica a partir de los 65 años influenciado por factores como:

  • Pérdida de autonomía
  • Brecha digital
  • Aislamiento social involuntario
  • Cese de la actividad económica

La interacción de estos elementos empuja a una desconexión comunitaria que incrementa la vulnerabilidad frente a la aparición de la soledad no deseada. El 93,7% de la sociedad española identifica a las personas mayores como el grupo etario más afectado por la soledad no deseada. Las acciones comunitarias frente a la soledad suelen tener el foco puesto en la inclusión social y reactivación física y mental de las personas mayores. En definitiva, acciones dirigidas a lo que hoy en día se denomina envejecimiento activo en las políticas públicas dirigidas a personas mayores.

Respuestas comunitarias a la soledad de las personas mayores

Precisamente de esto nos hablan Catrin Noone y Keming Yang en el estudio publicado por el departamento de Sociología de la Universidad de Durham titulado Community-based responses to loneliness in older people: A systematic review of qualitative studiesEste enlace abre en ventana nueva (Respuestas comunitarias a la soledad de las personas mayores: Una revisión sistemática de estudios cualitativos). Existe una gran cantidad de iniciativas comunitarias que se realizan contra la soledad no deseada. Este estudio indaga en el diseño y resultados de las prácticas comunitarias contra la soledad, para identificar elementos clave que hacen que este tipo de iniciativas tengan éxito.

Se trata de una revisión sistemática de 17 estudios cualitativos que abordan las respuestas comunitarias ante la soledad en las personas mayores en cinco países de tres continentes diferentes: Australia, Canadá, España, Nueva Zelanda y Reino Unido. Este estudio, realizado entre octubre de 2020 y agosto de 2021, identifica tres aspectos de gran valor añadido en las acciones comunitarias contra la soledad no deseada:

  • Potenciar la autonomía de las personas usuarias
  • Facilitar la oportunidad de desarrollo de nuevos vínculos sociales
  • Arraigar el sentimiento de pertenencia a la comunidad

El estudio va más allá de la concepción de la soledad como una percepción subjetiva y negativa ocasionada por el anhelo de relaciones sociales. En cambio, define la soledad como un fenómeno complejo que no sólo tiene que ver con las relaciones interpersonales y sucesos concretos de la vida de los individuos, sino que también tiene que ver con las estructuras y el entorno social en el que se ven inmersos. Va más allá de la soledad no deseada, destacando el cariz positivo del que puede empaparse la soledad cuando es buscada

Los autores expresan que en muchas ocasiones tanto desde los poderes públicos como desde la academia se infravalora el potencial de los servicios basados en la comunidad. 

Elementos clave que deben tener las prácticas comunitarias

Las soledades se presentan de manera diferente a las personas, que experimentan este sentimiento de manera única. Por ello, no existe un enfoque único para su abordaje. No obstante, para fomentar la lucha contra la soledad debemos buscar realizar acciones escalables, con evaluaciones y metodologías robustas. Este es uno de los aprendizajes que extrajimos de la Jornada de buenas prácticas de Comunidad y Soledad celebrada por el Observatorio SoledadES.

En el estudio se definen las respuestas basadas en la comunidad como intervenciones diseñadas, administradas e implementadas por un grupo comunitario, fuera de un entorno institucional. Estas son el tipo de prácticas que el estudio aborda:

Potenciar la autonomía de las personas usuarias

Es importante incluir a las personas usuarias en el en el ciclo completo de las iniciativas.

Con la edad, en muchas ocasiones las personas perdemos nuestro poder de decisión y la oportunidad de ejercer control sobre aquello que nos sucede. Esta pérdida del derecho a elegir es en ocasiones fruto del edadismo, una discriminación hacia las personas mayores que devalúa su estatus social en nuestras comunidades y las aparta de la toma de decisiones.

En este sentido, el estudio concluye que fomentar la autonomía de las personas usuarias, para que sean ellas quienes de decidan su nivel de implicación en las iniciativas y las funciones que prefieren desempeñar tiene efectos muy positivos en las personas, en términos de autonomía, empoderamiento y lucha contra la soledad.

Se trata de cambiar los modelos tradiciones de intervención, que tienden a ser más rígidos, hacia modelos más flexibles y participativos que fomenten la autonomía de las personas.

Facilitar la oportunidad de desarrollo de nuevos vínculos sociales

Las personas mayores se ven expuestas a un aislamiento social involuntario asociado a situaciones como la ausencia de un núcleo familiar, el extrañamiento parental o los fallecimientos dentro del círculo social más cercano.

Por ello, la oportunidad de entablar relación con personas nuevas es uno de los beneficios más valorados por las personas mayores que participan en actividades comunitarias. Estas personas pueden ser de su misma edad, personas que forman parte de los equipos técnicos de los programas o personas más jóvenes con las que compartan intereses e inquietudes.

Un aspecto fundamental que las personas participantes señalan en relación con esas nuevas conexiones sociales es la capacidad para elegir las interacciones. Así, la autonomía y las nuevas conexiones sociales aparecen interrelacionados. Estos dos componentes parecen complementar el potencial del otro para responder a la soledad.

Arraigar el sentimiento de pertenencia a la comunidad

La participación en actividades grupales productivas como paseos, talleres o actividades educativas fomenta el arraigo en la comunidad y permite que surja el sentimiento de pertenencia.

Después de la jubilación y acostumbradas al contacto que ofrece la actividad laboral, la autopercepción de su aportación socioeconómica y el ritmo de vida que requiere una rutina profesional, las personas mayores corren el riesgo de devaluar la percepción que tienen de sí mismas.

El hecho de ser un miembro valorado en la comunidad, demostrado por el hecho de que alguien se pusiera en contacto con ellos y no viceversa surge como un factor interrelacionado con el sentimiento de pertenencia.

Reflexiones finales

Esta revisión sistemática considera que las respuestas de la comunidad a la soledad deben ser dobles, identificándola primero como un problema comunitario que exige una respuesta que refleje las fortalezas y debilidades de esa comunidad, y luego a nivel individual, que considera la sensibilidad y la subjetividad de la experiencia que en última instancia exige discreción y un enfoque dirigido por el usuario.

Para continuar en el trabajo contra la soledad no deseada desde la comunidad, se debe proporcionar financiación para realizar estudios destinados a:

  1. Investigar la efectividad de las intervenciones de soledad basadas en la comunidad a nivel internacional
  2. Identificar las barreras que desafían las intervenciones comunitarias a nivel internacional
  3. Desarrollar soluciones colaborativas para estos problemas.

Las intervenciones comunitarias deben apoyar la autonomía y nuevas conexiones sociales que, en conjunto, pueden lograr un sentido de pertenencia en las personas participantes. Las respuestas deben incorporar actividades que promuevan el compromiso social y un enfoque dirigido por el usuario en todas las etapas de la intervención para fomentar un sentido de pertenencia.

 

Tres círculos entrelazados con las palabras: Autonomía, Nuevas conexiones sociales y Pertenencia

 

Respecto a las relaciones cara a cara, on-line y telefónicas, existiendo el reconocimiento de que las diferentes formas de comunicación permiten diferentes tipos de relaciones y deben explorarse adecuadamente para reflejar las necesidades del grupo comunitario.

Para conocer otras buenas prácticas en las acciones comunitarias contra la soledad no deseada, puedes consultar la grabación de la Jornada de buenas prácticas de Comunidad y SoledadEste enlace abre en ventana nueva celebrada el 28 de octubre de 2022 por el Observatorio SoledadES o descargar las fichas de buenas prácticas creadas a partir de las experiencias que se compartieron durante la jornada.

PromotorSoledadES – Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada

Tipo de promotor

  • Entidad social

Ámbito geográficoInternacional

LugarAustralia, Canadá, España, Nueva Zelanda y Reino Unido

Año

  • 2023

Tipo de contenidoEstudio

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